EL PROBLEMA DE LOS TRES CUERPOS - CIXIN LIU

Puede que las expectativas, que eran altísimas, hayan condicionado la sensación de libro fallido que me ha quedado al acabar su lectura. 

 El fenómeno de la ciencia ficción de los últimos años. La novela que conseguía conjugar lo “hard”, los conceptos más duros, con una buena historia. Pero falla en muchos aspectos. Especialmente en la trama y desarrollo de personajes. 

 El acercamiento a ideas complejas de la ciencia, haciéndolas accesible al lector común, es un logro encomiable y justo es reconocérselo al autor. 

 El recurso de utilizar el video juego para teorizar de alguna forma, sobre los aspectos más áridos que se plantean en la novela es, por un lado, ingenioso. Pero también aporta confusión al añadir elementos un tanto surrealistas que distraen mucho, y no de forma amena, del objetivo. A veces se pierde en los elementos que constituyen la metáfora para perder de vista el objetivo primario de exponer de forma entendible un problema científico. El episodio del funcionamiento de la computadora humana es muy paradigmático de esto. 

 A partir de este punto puede que desvele elementos de la trama. Así que los que todavía no habéis leído el libro, quedáis advertidos. Si bien, intentaré hacerlo de la manera más criptica posible. 

 Lo peor de la novela es la caracterización de los personajes, prácticamente inexistente y rozando el cliché. Muchos de sus actos ocurren para que la trama avance en la dirección que necesita el autor. Sin ninguna razón acorde con las motivaciones de los protagonistas que, además, apenas están desarrollados. 

 Hay una decisión clave del personaje femenino que, bien usado, sería un giro de la trama folletinesco y en manos de un autor más habilidoso, habría supuesto todo un dinamizador para la trama. Pero nuestro Liu lo convierte en un acto que aporta confusión. Convierte al personaje en villana. 

 Otro personaje como el policía, que se convierte en omnipresente en todos los escenarios, incluso en los que no tiene sentido ninguno su ubicación y acaba rozando la parodia.

 Pero está claro que el objetivo del autor es el volcado de conceptos científicos complejos y jugar con ellos. Esto ocurre, sobre todo, en las últimas cien páginas de la novela; algunos son casi delirantes, como el experimento del “safón”, otras muy atractivas y ciertamente desafiantes para la mente humana pegada a la tierra. El problema es que este aluvión de conceptos e ideas son apenas esbozadas y cada una de ellas podrían dar cabida a una novela de éxito correctamente desarrolladas. 

 En definitiva un libro con muchos aciertos pero muchísimos errores. Muy ambicioso en sus objetivos que no llega a lograr plenamente.

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